“Inglorious Basterds” es una fábula acerca de una venganza, la de una niña convertida en mujer y a quien el destino le ha puesto a la mano, la ocasión de acabar con los asesinos de su familia. La más reciente cinta de Quentin Tarantino, nos muestra su peculiar visión en este caso aplicada al género de guerra y más precisamente al de la Segunda Guerra Mundial.
Shosanna Dreyfus (Melanie Laurent), la sobreviviente de la matanza, es como el hilo conductor de la cinta, a despecho del título de la misma. Los “bastardos” son un grupo de comandos judío-americanos que están en actividad en la Francia ocupada, inspirando el terror entre los alemanes, y más precisamente entre los nazis. El coronel Hans Landa apodado “Cazador de judíos” (Cristoph Waltz), es quien se cruzará varias veces en el camino de los anteriores, y todo llegará a un terrible conclusión en un pequeño cine parisino.
En los duelos verbales de la película sobresale por supuesto la figura del coronel Landa, quien esconde detrás de sus correctas maneras y gentilezas, la fiereza de alguien dispuesto a estrangularte. No es exageración cuando digo que este villano, es uno que me ha dejado absolutamente impresionado y créanme conocer a alguien así en la vida real sería terrorífico. Muchos dicen que su trabajo en la cinta merece un Oscar, y a mi de hecho me encanta la idea.
Actuaciones notables de todos los protagonistas, incluido Brad Pitt, en el papel del sicótico Aldo “Apache” Raine, el jefe de los “bastardos”, en un rol en el que bordea el humor con los despliegues de brutal violencia. Y hablando de la misma, como siempre sucede en los filmes de Tarantino, se nos muestra bastantes escenas no aptas para aquellos que le hacen remilgos a unas gotas de sangre.
Para mi esta cinta es una gran adición a mi filmoteca particular de favoritas, por tres razones
1) Tarantino dirige
2) Hay un gran villano, digno de sentarse a la mesa junto a Darth Vader, Hannibal Lecter, o el Joker (el de Ledger)
3) Una de mis temáticas favoritas: La Segunda Guerra Mundial
Ahora solo queda ver y aguardar pacientemente hasta que tengamos la oportunidad de ver otra gran película de Tarantino. Como nota final debo decir que aunque me la pasaba haciendo volar avioncitos de papel y pegando muñequitos de papel al techo, en presencia de mademoiselle Gabriela, que es como se llamaba mi "profe" de francés en el colegio, al parecer se me ha quedado “pegada” la cantidad suficiente del idioma como para disfrutar esta cinta, eso sí al alemán no le hago ni a patadas, y las palabras que me sé en ese idioma no deben pasar de las tres o cuatro docenas. Wunderbar!
Compartir en Facebook