Acabo de ver dos muy buenas cintas, que tienen un tema en común: el mundo después de un evento cataclísmico, que lo ha dejado en ruinas y a los pocos sobrevivientes que quedan conformados en grupúsculos, muchos de los cuales han perdido casi toda noción de civilización.
La Carretera (The Road), protagonizada por Viggo Mortensen, nos narra la historia de un padre, cuya única misión en la vida es proteger la vida de su joven hijo, mientras ambos caminan hacia donde creen que tal vez haya comida o seguridad.
En esta cinta, no se nos da casi ninguna pista de lo que ha podido ocurrir, el niño ha nacido prácticamente en este mundo gris, y su madre al parecer ha decidido suicidarse, aunque esto tampoco queda claro del todo. Al hombre le atormentan los recuerdos de la vida que una vez tuvo, especialmente mientras duerme.
En este mundo en el que la vegetación está muerta, y no quedan animales, a excepción de algunos pequeños insectos, el canibalismo se ha instaurado como el último recurso al que acuden varios grupos de sobrevivientes. Por esta razón, el padre está siempre alerta, a los encuentros con extraños, ya que nunca pueden estar seguros de cuales puedan ser las intenciones de éstos.
El niño que nunca ha vivido otra realidad que ésta, gris y decadente, en el que el miedo es una constante, tiene a pesar de todo ello rasgos muy optimistas, y es quien se ocupa de mantener un cierto sentido de moralidad, el mismo que su padre se ve a veces tentado de transgredir. Hay muchos momentos intensos y bien logrados, en los que nuestros héroes, tienen que extremar recursos para salir con vida.
Aunque esta visión de un mundo post apocalíptica es francamente perturbadora, se las ingenia para que justo en el final, alentemos todavía esperanzas de que de algún modo las cosas acabarán por recomponerse. Me queda pendiente el hecho de leer la novela de Cormac McCarthy, la misma que sirvió como fuente de esta adaptación.
Y pasamos a la segunda cinta…
El libro de los secretos (The Book of Eli), una cinta dirigida por los hermanos Hughes, nos narra la historia de Eli (Denzel Washinton), un viajero con una misión, que vaga por un mundo cuyos cielos y tierras permanecen grises, un mundo en el que ya no hay mucha comida, y escasea el agua.
El viajero lleva entre sus pertenencias más valiosa una Biblia, la que es leída por él a diario, la misma que lo llevará a enfrentarse al cacique de un poblado, Carnegie (Gary Oldman), quien busca el mismo libro, pero con vistas a crear su propia versión de una religión institucionalizada por él, hecho que le permitiría ampliar su aún exiguo dominio.
Inevitablemente, la pelea por el libro involucra a Solara (Mila Kunis), una protegida/esclava de Carnegie, quien será la que ayude a Eli a cumplir con su misión de entregar el libro, donde realmente pueda ser acogido y su contenido distribuido incondicionalmente.
Esta cinta me ha gustado por que tiene buenas escenas de acción, tiene un personaje determinado a cumplir con su misión, y que no ha olvidado lo poco que recuerda acerca de la civilización que una vez fue. Oldman compone un villano también bastante interesante, es alguien que sabe del poder del libro, y quiere usarlo para su beneficio, y recurre a la violencia para lograr sus fines.
Ah, y debo añadir además que al final me llevé una sorpresa, casi similar a la que me llevé cuando vi el final de The Sixth Sense, ya que comprendemos algo, que debería haber estado claro para nosotros desde mucho antes, ya que hubo innumerables pistas acerca del asunto en el transcurso de la película.
No sé porque pero me siento extrañamente atraído por estos argumentos, que lidian con el después de cualesquier evento apocalíptico, que abundan en los cines actualmente, será que en el fondo queremos creer, que por muy mal que estén las cosas, aún en esos futuros grises y famélicos que el cine tiene a bien mostrarnos, que siempre alguien llevará y portará de nuevo, la chispa de lo divino, de aquello que nos separa de los animales.
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