Tuesday, October 30, 2007

Mi Tía Emma

El primer recuerdo que tengo de mi tía Emma, es de cuando era un niño de 4 años y mi abuelo me bajaba de su casa a la casa de mi madre, y en el camino pasamos por donde, en ese entonces, vivía mi Tía Emma, cerca a la Av. Buenos Aires. Ella le rogó a mi abuelo que me dejara con ella y mis primas, pero mi abuelo no quiso, tal vez en parte porque no sentía tener el consentimiento de mi madre para hacer eso.
Esa es la primera vez que me pude dar cuenta de que ella me quería. Así como pude atestiguar luego, en cada ocasión (generalmente en las vacaciones escolares o en fin de año) en que volvía a La Paz, en los primeros años en que eso ocurría, a pesar que llegaba casi siempre a casa de mi tía Bertha, y era allí donde “oficialmente” deberíamos quedarnos, yo no veía la hora de dirigirme a la casa de mi tía, donde siempre me sentí una persona apreciada.
Ella siempre sabía cómo hacerme sentir como si fuera alguien muy especial, al menos es lo que recuerdo, a mis hermanos también les quería, pero siempre sentí que a mi me quería un poquito más. Cuando llegaba a su casa, me recibía con alegría e inmediatamente me servía alguna delicia para mi paladar, así como la infaltable –en su casa- taza de café acompañada de una marraqueta crocante, que solía salir de una latita de galletas en las que guardaba el pan y de la que bromeando le solía decir que era una lata “mágica”, porque nunca le faltaba el pan; y la lata no era muy grande que se diga.
Aparte de la delicia y el café que me servía, a continuación solía poner a mi disposición toda la colección que tenía guardada de historietas. Estas incluían como no las revistas del Pato Donald, del Tío Rico, del Ratón Mickey, que eran las que interesaban también a mis hermanos, pero a diferencia de ellos yo me devoraba también las otras que ellos no solían leer, Joyas de la Mitología, Vidas Ilustres, Vidas Ejemplares y Epopeya. Títulos en los cuales en forma de historieta se contaban las biografías de personajes célebres, de los santos, de eventos épicos y de la mitología de diversos pueblos del mundo. Así es que gran parte de lo que ahora sé proviene en gran parte de ahí.
Volviendo al tema, lo que puedo decir de ella es que fue una persona de carácter, que se las supo apañar para sacar adelante a mi primo Renny y a sus tres hermanas. Poco o casi nada se de su infancia, lo poco que pude recolectar a fuentes no siempre confiables o a veces reluctantes a recordar esos tiempos me dijeron que tanto ella como mi padre estuvieron por un tiempo viviendo en un estado de abandono, y que ella hizo todo lo que pudo por mantenerse a ella y ayudar en lo que podía a mi padre.
Tiempo después conocería a mi tío René con quien tuvo a sus cuatro hijos, aunque lastimosamente tiempo después, él caería enfermo y moriría dejando así a mi tía con la tarea de velar por su familia.
Trabajó como modista, por mucho tiempo, y más tarde conseguiría un trabajo como asistente en un kindergarten, trabajo en el que se mantuvo hasta que se jubiló.
Ella era muy estricta, en su casa, tenía su lado amable y si uno se la ingeniaba para mantenerla así, estaba uno de maravillas, pero ay de mis primos o de mí si por algún motivo hacíamos algo que la disguste.
Con decir que era la única persona en ese entonces, capaz de hacerme comer pescado, camarones o cualquier otra cosa que por entonces no me gustara o no pudiera comer. Lo tenía que hacer calladito y sin trampas, porque si me pillaba el castigo hubiera sido mucho peor. Y no es que me haya tocado alguna vez (lo que si sucedía con sus hijas), pero su carácter hacía que le tengamos un reverente temor a su enojo.
Mientras escribo esto, me viene a la mente sin embargo un episodio que jamás olvido, era un día que me dolía una muela, no tanto como para llorar, pero sí lo bastante como para sentirme infeliz; de pronto, ella me dice que me aliste y que la acompañe a la calle, yo me quería negar, porque creía sospechar a dónde me quería llevar, pero conociéndola no tuve más remedio que obedecer, así que salimos y en lugar de acabar en el lugar al que menos quería ir, acabamos en el Teatro Municipal, y yo bastante sorprendido, entramos al mismo y luego nos pusimos a disfrutar un espectáculo de música y danza folklórica, matizada con la participación de Los Taquipayas, a quienes veía y oía por primera vez, la pasé tan bien que para cuando salimos del teatro, ni siquiera recordaba el dolor que antes me atormentaba.
Ella lastimosamente padecía de diabetes, y a pesar de tener prohibido el consumo de caramelos, como una niña traviesa guardaba los mismos por diversos lugares de su casa, así que no era nada raro toparse con ellos, en los lugares más impensados, y sus hijas si eran ellas las que lo encontraban solían decomisarle el producto.
Recuerdo, que en otra ocasión mi tía nos envía a mi prima María Belén y a mí a comprar galletas, las mismas que según averigüé después, las requería para espesar la salsa de las papas a la huancaína que estaba preparando. Pues resulta que en el camino de vuelta hicimos como el Chavo y el Quico harían años después en su show, la rutina de “no creo que note si faltan dos o cuatro galletitas”, y yo diciendo, “tampoco creo que se note si faltan seis u ocho”, y como íbamos comiendo las mentadas galletas por el camino, al parecer nos demoramos más de lo debido, así que cuando ya estamos llegando mi tía nos sale al encuentro y nos dice “Dónde están las galletas, las necesito, que no son para comer…”, y mi prima con la culpa asomada por toda la cara le responde “Si no hemos comido más que dos galletitas cada uno…”, craso error, mi prima interpretó que cuando le dijo que no eran para comer, ya ella sabía de algún modo que nos habíamos estado despachado las galletitas, cuando lo que mi tía quería decir era que necesitaba las galletas porque no eran para comer, si no para cocinar. En el momento nos aguardaba un castigo, pero ahora a la distancia, cada vez que me acuerdo del asunto una sonrisa acude a mi cara, al recordar la forma en que mi tía podía a veces sin querer hacer que cantes aquello que querías ocultar.
Hay otras ocasiones por las que recuerdo a mi tía en una mejor luz, y eran los años comprendidos entre los últimos de la década de los 80’s y los primeros de los 90’s, por ese entonces y de vez en cuando me solían atacar unas migrañas bastante feroces, que me dejaban prácticamente incapacitado, las malditas se anunciaban con una molestia visual en uno de mis ojos, al comienzo eran como las chispitas que sigues viendo después de haber visto una fuente brillante de luz, como cuando ves el sol o un foco directamente, entonces ya un temblor se apoderaba de mi porque ya sabía lo que a continuación venía, luego esas chispitas, daban paso a un punto negro que cada vez se hacía más grande y más molesto, porque no te dejaba ver bien, y ni bien se iba esa sensación y cuando parecía que tu vista ya estaba bien, no pasaban ni dos minutos, cuando ya las oleadas de dolor venían en mi cabeza justo del lado opuesto de donde tuve la molestia visual, oleadas de sudor venían a la vez que desarrollaba una intolerancia a todos los extremos, no toleraba bien ni el frío, ni el calor; ni el ruido o el silencio; me molestaba si la frazada era pesada o era liviana, y aparte el dolor se sentía en mi cabeza de una forma penetrante, y a ratos me daba la impresión de que tenía algo semejante a una pelota de golf incrustada en el cerebro haciendo presión sobre mi ojo, tanto que sentía que éste se quería salir, por lo cual siempre me sujetaba esa parte de mi cara con una mano, como si temiese que en verdad el ojo se me acabara por salir. Volviendo al tema. Fue en esos tiempos en que a veces me atacaban esos dolores en el trabajo, el cual solía abandonar, casi de inmediato para correr a la casa de mi tía que era la que más cerca me quedaba, y fue ella la única que por ese entonces supo paliar los síntomas que yo presentaba, ella me recibía y con extrema prontitud preparaba unas infusiones para que me las tomara, solía poner rodajas de papa en mi sien, y luego me arropaba, y me dejaba dormir hasta que lo peor haya pasado. Despertaba de esos eventos y me sentía como si me hubieran dado una paliza, o como si tuviera una resaca mediana. Estando ella en vida creo que nunca le di las gracias, por haberme cuidado, del modo en que lo hizo.
Otro de los recuerdos imborrables, para mi son la de su sazón de sus manos maravillosas, de los que recuerdo haber comido tantas cosas que me gustaban, haber probado por primera vez tantas exquisiteces. Irónicamente este saber suyo se fue con ella, y ganas no han faltado a sus hijas o incluso a mi de copiarle las recetas y el “know how”, pero resulta que ella era una cocinera intuitiva, o sea que nunca se detuvo a pensar que necesitaba dos tazas de harina para tal cosa, o tal cantidad de sal para esta otra, o si el tiempo de cocción de esta u otra salsa debía ser de quince o veinte minutos. No señor, resulta que ella simplemente se aprovisionaba de todo lo que necesitaba, o improvisaba con lo que tenía a mano en el peor de los casos, y los ingredientes eran todos al tanteo, según la cantidad de comensales que estuvieran a la espera de la comida, los tiempos de cocción variaban según la forma en que estuvieran o no doradas las cebollas, estuvieran o no ya suaves las papas, o si el fideo estaba al dente o no, y para cada cosilla de esas ella tenía su modus operandi, y eran cosas que sentada y hablando con uno en un momento de reposo y lejos de la cocina, ella no recordaba. Así que cualquier receta que tratabas de inmortalizar comenzaba más o menos con:
-Pones suficiente harina para cuatro personas, le aumentas la sal necesaria, y mezclas con la leche y el agua…
-Un momento tía, y ¿cuánto de sal, y cuánto de leche es…?
-Ves, para eso tendría que estar haciendo los buñuelos ahorita…
Y así es como los intentos de inmortalizar sus recetas murieron casi de entrada.
Hay una Navidad en particular que recuerdo, que fue en la última casa alquilada de mi primo antes de que se fuera a vivir a la casa de su propiedad en la que la pasamos, mi primo Renny junto a su esposa Angélica, mi abuelo Miguel con mi tío Walter y yo por supuesto, ella cocinó una picana tan deliciosa y picante, que todos acabaron chupándose los dedos, y para sorpresa mía (y a pesar de que la porción que comimos era pantagruélica), todavía nos convidó con una segunda tanda del mismo plato, y juro solemnemente que nunca más he vuelto a probar una picana tan deliciosa como esa, ni espero volverla a probar en lo que me resta de vida.
Lastimosamente su salud aquejada ya de diabetes, se fue complicando con una artritis bastante dolorosa que en el tiempo final de su vida, la confinó a estar en cama casi todo el tiempo. Yo personalmente creo, que eso fue lo que más aceleró su muerte, verán, mi tía no era de esas personas que se pueden estar tranquilas sin hacer nada, creo que para una persona que toda su vida transcurrió trabajando, el estar inactiva era lo que más aborrecía, recuerdo también que solía ir al trabajo, a pesar de estar padeciendo la artritis, y de tomarle bastantes incomodidades el subir y bajar de los vehículos tanto para ir a su trabajo como para volver del mismo, pero lo hacía, según yo, porque así se sentía todavía viva y útil, hasta que inevitablemente llegó un día en que ya no pudo hacerlo.
Ya son casi dos décadas de su ausencia física, pero su memoria y mis recuerdos de ella siguen en mí tan frescos como en esos días en que yo llegaba de Oruro, y era recibido con tanto cariño por mi tía Emma.






Tuesday, October 23, 2007

La señora Henderson presenta

Acabo de ver por fin (gracias a HBO), una película que había querido ver desde qur tuve noticias de ella, hace algo más de dos años atrás. La cinta en cuestión es: Mrs. Henderson Presents (La señora Henderson presenta).


La misma cuenta en los roles estelares a Judi Dench como la sra. Henderson, una reciente viuda, que no sabe qué hacer para evitar que su vida caiga por el pozo del aburrimiento y acaba comprando un teatro, con la idea de hacerlo rentable y tener algo con que distraerse. Su coestelar es Bob Hoskins, como Vivian Van Damme, un británico judío de ascedencia judío-holandesa, con quien forma una extraña sociedad, ya que ambos se detestan desde el primer momento.


Es obvio que ese antagonismo entre ellos no es más que un disfraz por el sutil interés que sienten el uno por el otro, aunque lastimosamente más adelante descubrimos la razón por la que esa atracción disimulada jamás podrá cristalizarse.


Ambos inician la aventura del teatro de variedades, con un éxito tempranero, que luego se va diluyendo ante la aparición de similares espectáculos que les copian las ideas descaradamente. Es cuando, la sra. Henderson saca de la manga la idea de presentar desnudos en el teatro, y a pesar de las reticencias de su mismo director, ella se las ingenia para conseguir el permiso gubernamental para presentar un espectáculo que incluya desnudos. Lo consigue, con la condición de que las "modelos" deban permanecer absolutamente inmóviles.


Una vez conseguido el permiso, se ponen a buscar a las modelos y a montar el espectáculo que por razones obvias tendrá todo el éxito deseado, aunque éste luego se verá ensombrecido por la presencia de la guerra y de los inminentes bombardeos. En medio de todo esto vemos desarrollarse la historia de varios personajes más, por supuesto todos relacionados al teatro y a su insólito espectáculo.


La película se las ingenia para manejar el humor, el drama, el peligro, las situaciones angustiantes y los desnudos, sin caer en los consabidos clichés y mucho menos en la chabacanería, cosa que hubiera sido la salida fácil para un filme de estas características.


Pero el punto alto, el más destacable, y por el que vale la pena pagar la entrada (o la tarifa del cable), es que la actuación tanto de Dench como de Hoskins es algo absolutamente extraordinario, una quisiera ver esta clase de tensión sexual entre otras parejas más jovenes y más bellas de Hollywood, pero muy raras veces alcanzan las cotas de actuación que estos dos actores han demostrado. La escenografía y vestuario, nos transportan sin ningún problema al ambiente de fines de los 30's hasta entrados los 40's.


Una gran película, de un gran director como es Stephen Frears (director también de "Relaciones Peligrosas", y más recientemente del éxito "The Queen", que le valiera a su protagonista la actriz Helen Mirren un Oscar). La película muestra un manejo firme de actores, y nos brinda un retrato de eventos reales que han inspirado la realización de este filme.


Para aquellos que tienen cable va el aviso, la cinta la pasarán por HBO de vuelta el próximo 6 de noviembre a eso de las seis de la tarde; si la consiguen en video es también una buena opción, aunque es algo que dudo, porque yo me la pasé buscando esta cinta y no la pude encontrar.







Monday, October 15, 2007

Burocracia... una probadita del infierno

Nosotros los mortales, no tenemos forma de comprobar la existencia del -para muchos mítico- cielo, pero de lo que a muchos no nos cabe la menor duda, es de que el infierno existe, en particular me ha tocado sufrir estos últimos días la burocracia de COTEL TV.

Día 1
Me presento en la oficina de COTEL temprano en la mañana,
-Mire señorita, me he mudado a una nueva dirección y necesito que me habiliten el cable en la nueva vivienda...
-Pues lo primero que tiene ud. que hacer es cancelar $us 10 por el servicio de traslado...
-¡! ¿?... Bueno, entonces vuelvo mañana...
-Hasta luego.

Día 2
Mismo lugar, diferente encargada.
-Buenos días, he venido a solicitar el traslado del servicio de cable...
-Ese trámite cuesta $us 10... ¿va a cancelar? (con tono de duda y desconfianza) Sin ese previo pago no podemos hacerle el servicio.
-Es lo que me dijeron ayer, por eso traje los diez dólares...
-¿Cuál es su código de cliente?
-Es el xxxxxxxx
-Hmmm, pero aquí dice que no está al día con la mensualidad, y tiene que pagar el servicio, aparte de los 10, antes de poder hacerle el trámite.
-¡! ¿?... Bueno, entonces vuelvo mañana...

Día 4 (el día 3 estuve buscando el dinero de todo lado)
Mismo lugar, diferente encargada.
-Buenos días, he venido a solicitar el traslado del servivio del cable.
-Ese tramité cuesta diez dólares y tiene que estar al día con la mensualidad...
-Tengo el dinero para ambas cosas...
-Entonces vaya a la caja a pagar y vuelve, con una fotocopia del recibo del pago del traslado
-¿?... Ok, vuelvo entonces enseguida.

La cola es inmensa en las instalaciones, y luego de 45 minutos de hacer cola, por fin te llega el turno.
-Buenos día estoy viniendo a pagar el servicio del cable del mes así como los 10 dólares para el servicio de traslado del mismo...
-Pero, ¿acaso no le han dicho que tiene que hacer cola en la ventanilla de los de la tercera edad?
-No, no me dijeron nada al respecto.
-Pues es ahí donde le deben atender...

Grrrrr... 45 minutos de mi vida botados al basurero. Afortunadamente la cola de los viejitos no es tan inmensa como las otras, y pronto pude estar pagando los servicios, sin dejar de notar la forma muy prepotente y descortés de la atención, mostrando además una total falta de consideración a las personas en razón de su edad. Salgo a la calle y comienza la búsqueda de un lugar donde conseguir una fotocopia, y sucede que la más cercana está a tres cuadras del lugar, una vez obtenida la copia, de vuelta al lugar, de vuelta a pedir ficha para que una de las secretarias te atienda, y le de curso al mentado trámite.

Una vez hecho el trámite y ante mi insistente pedido de contactarme con el encargado del trabajo efectivo del traslado, lo único que obtengo es un número de teléfono, y un nombre,

Día 5
Me paso todo el día marcando el mentado número y nada, o me da la señal de ocupado, o la de que a nadie le importa un comino, atender la llamada.

Día 6
Por fin alguien me contesta, y me dice que me devolverán la llamada en la tarde para poder acordar el día y hora del encuentro. Toda la tarde esperando y nada.

Día 7
Pido ayuda a mi sobrino para que me ayude a llamar (hasta ahora no se si lo llegó a hacer), al mismo tiempo me paso el día llamando al dichoso número y nada.

Día 8
Voy a reclamar a la oficina donde realicé el trámite, y me mandan por fin a otro edificio, a otra oficina donde realmente están la oficinas del servicio de cable. Llegando ahí explico mi situación, y me dicen que ya fueron a la dirección, que no la habían encontrado y que ni sabían donde quedaba la Nicolás Acosta (mentalmente, me pregunto ¿y cómo hicieron mis coinquilinos y vecinos para conseguir el mismo servicio?). El caso es que me dicen que al día siguiente a hrs. 10 de la mañana estarán por ahí (También me doy cuenta de que la persona encargada del teléfono es bombardeada por llamadas, a las cuales contesta, mientras atiende a la vez a la persona de enfrente, mezclando ambos protagonistas preguntas y respuesta dirigidas o a uno o al otro, y luego cuando sale de su oficina o decide no contestar el teléfono repica y repica y nadie lo atiende)

Día 9
El señor Gary A. Valenzuela madruga a las 10:00 a.m. (usualmente él duerme hasta las once y algo más por motivos de trabajo y de costumbre), en un día particularmente frígido y ventoso, y no atiende los ruegos de su hermano y sobrino para que de una vez entre adentro de la casa. Nada señor, ¿qué va a pasar si vienen los cachupines del cable y no hay nadie para recibirlos? contesta él y obstinadamente se planta en la entrada de la vivienda esperando ver a cada momento el camión de COTEL TV con los mentados técnicos. Pasaron 3 horas, el señor se atrasó luego por esta causa en su trabajo, y lo peor es que al día siguiente es domingo y es otro día más perdido y sin cable, eso sí, el servicio ya está pagado, así como el traslado que no acaba de completarse.

Día 11
De vuelta en las oficinas, y de vuelta a oír las mismas patéticas excusas que ya nos hicieron oír la primera vez. Y de vuelta nos vamos con la renovada promesa de que mañana será el gran día. Mientras tanto, a uno le asaltan ideas malsanas, esas de que jugar de acuerdo a las reglas no siempre resulta en beneficio de uno, y más bien acaba siendo el privilegio y abuso de otros.

De ser yo un pillo, a estas horas tendría cable desde el día que me trasladé a la cuarta o quinta parte del costo legal. y la gente que ahora tan mal trata a sus usuarios, tendría menos ingresos. La lástima es que la experiencia me ha enseñado que el asunto del karma es tan real y persistente como la ley de la gravedad y que violar ambos conceptos traerán funestas consecuencias a los ofensores... Pero de todos modos hay algo que no me abandonará nunca más, esa perturbadora sensación de sentirse un personaje kafkiano, como el personaje de Anthony Perkins en la adaptación cinematográfica de El Proceso.

¿Continuará?...






Tuesday, October 09, 2007

Tarde de fútbol

¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, grita la hinchada de la curva sur, aliento sin igual pierda o gane, en día soleado o en día nublado, es casi de rigor ir con la radio portátil, para oír los comentarios, mientras miras el partido, con el sabor agridulce en la boca cuando estamos perdiendo, ¡gol! del rival, o con optimismo cuando empatamos, ¡gol! del Tigre, tarde de domingo (en Miraflores, ¿Dónde más?), helado de canela para calmar la sed, ¡gol! del otro que nos amarga una vez más, ¡gol! atigrado y vamos al descanso, unos corren a los baños los demás a tomar un refresco, otros a comprar, sándwich de chancho o de chorizo, que al final es casi lo mismo, la rica ranga es otra opción, vuelven al campo público y jugadores, se silba a los árbitros casi por obligación, y vuelta al aliento, vuelta a la acción, ¡gol! del triunfo, ya todo es salto y cánticos, los rivales callados, el árbitro pita el final y todo es júbilo aurinegro, en la noche que se asoma, sales muy contento del estadio, la sonrisa no te abandona. ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!, ¡Tigre, campeón!

(200 palabras + 50 comas + palabra o frase repetida 10 veces + palabra o frase repetida 5 veces + 1 paréntesis + 1 pregunta + 1 principio y final iguales + 1 punto).






Silencio

Juanca Condori despertó esa mañana, sintiendo que era una más de las muchas de su vida. Hasta ese preciso momento, poco sospechaba él que momentos más tarde se iba a convertir en una que no olvidaría jamás.
Desayunó como siempre su café con marraqueta acompañado de una generosa porción de queso, que su madre le había servido. Luego se alistó y salió a la calle a hacer unas diligencias personales antes de dirigirse a su trabajo, al promediar las tres de la tarde.
Poco después de haber aguardado a que le llegara el turno en una inmensa cola en un banco del centro de la ciudad, fue que le vino la primera impresión de que algo no iba bien del todo, cuando justo en el momento de aproximarse a la ventanilla, apenas podía percibir la voz de la fastidiada cajera que parecía gritarle, mientras él hacía esfuerzos por oírle, logrando a duras penas, finalizar la transacción.
La inquietud que le produjo el desagradable incidente, le dejó un amargo sabor en la boca del estómago, y solo entonces mientras recontaba el dinero del cambio y procedía a guardar la factura, fue que se inquietó aún más. Entonces notó que un silencio sepulcral lo rodeaba, y sin embargo, notó que las pantallas de televisión del lugar seguían encendidas. La gente parecía seguir hablando, aunque Juanca todavía se decía a si mismo, que los monitores podían estar en “mute” y la gente susurraba, para no perturbar a los demás.
Ya cuando salió a la calle, comenzó a entender recién la magnitud de lo que le estaba aconteciendo. Se había quedado sordo. Si, podía ver perfectamente cómo los autos, minibuses, microbuses y otros vehículos circulaban por las céntricas y congestionadas calles, pero él no podía oír absolutamente nada, cero absoluto, total ausencia de cualquier clase de ruido. Abrió la boca y profirió un grito de angustia… ¡Ahhh!, pero si bien su garganta parecía expeler el aire, él no pudo escuchar nada.
Buscó un lugar donde descansar un rato, cruzó al frente de la avenida y justo en el medio buscó una banca donde sentarse, para darse un respiro. Una vez allí se dedicó a contemplar todo lo que pasaba. “Es como ver la tele con el botón de MUTE encendido”, se dijo a si mismo. Y efectivamente, todas sus percepciones se limitaban ahora a la información que sus ojos, nariz y piel le podían brindar. Observaba por ejemplo a un perro chapi que una señora paseaba con una correa, el mismo que ladraba incesantemente, y Juanca adivinaba esto solo al ver el hocico del animal abriéndose a intervalos regulares. Pudo luego percibir el olor de salteñas y se dio cuenta que un carrito ambulante los vendía a escasos metros de donde él se hallaba sentado, y fue cuando también sintió la humedad de la banca, puesto que había llovida hacía unas horas, y al parecer, la banca aún continuaba húmeda.
Suspiró profundamente, en su mente profirió la palabra “mierda”, ya que para él ya no tenía sentido tratar de vocalizarla, si de todos modos no la podía oír. Luego se dirigió con paso cansino a la casa donde vivía. Una vez allí, a la madre le extrañó ver otra vez al hijo, a quien no esperaba ver si no hasta el día siguiente.
— ¡Hijo!, ¿Qué haces aquí?
— ¿?... ¡Mamá!, no te oigo, me he quedado sordo, no oigo nada.
— Ahuracito, habrá que llevarte al médico, a ver que tienes…
— ¡Que no te oigo mamá…
Después de eso la madre rompió en llanto amargo, al comprobar que efectivamente su hijo no le había podido oír. Lo ayudó a acomodarse en el sofá del living y le fue a preparar una mate, esperando con ello aliviar un poco la angustia de su hijo. Ya verían después de dónde sacar el dinero para pagar una consulta con algún especialista.
Una vez en el sofá Juanca abatido por todo lo que hasta el momento había experimentado, se dispuso a descansar, “y qué mejor que oyendo un poco de música”, y se dirigió al aparato de sonido al que le puso un disco, y esperó, como no oyera nada, se impacientó y le dio al botón de volumen y nada. La madre le gritó desde la cocina, preguntando porque le había dado todo el volumen al aparato. Sólo instantes después de eso, ambos se dieron cuenta de lo que había pasado. La madre volvió a llorar, y Juanca por fin se dio cuenta que de ahora en adelante la única música que iba a escuchar era la que su cerebro recordara. Asustado trató de repasar mentalmente las melodías que más le gustaban. Algunas como no, eran fáciles de recordar, pero luego comprobó con creciente horror, que las piezas más complejas ya eran difíciles de recordar y empezó también a darse cuenta, que sonidos antes tan familiares, como los ruidos y pitidos de su computadora, el ruidito de su máquina de afeitar, el trino de los pájaros, el sonido de los aviones al cruzar los cielos cercanos a su casa, el pitido de la caldera al hervir el agua, e igualmente un sinfín de sonidos se le iban a ir poco a poco de la memoria.
Aún había más, empezó a extrañar también los sonidos, que no había oído aún, pero que sabía que iban a venir, tales como, el primer llanto de un hijo, la primera palabra pronunciada por el infante, o la primera vez que el niño dijera: “¡Papá!” Igualmente las palabras “te amo”, le podrían ser comunicadas de cualquier otro modo, pero ya jamás las podría oír de la boca de la novia, o esposa. Recordó que ya a su madre no la pudo entender, y entonces fue cuando por fin se le aguaron los ojos.
Su madre pidió permiso por él a su trabajo, explicando la tragedia que le había acontecido. Y sólo entonces recordó cómo él no hace mucho tiempo atrás, hacía mofa y escarnio de un compañero de trabajo al que hostigaba precisamente por un problema de sordera, y se dio cuenta que alguna especie de justicia poética le había acontecido. También comprendió que se iba a enfrentar a intolerancia e incomprensión de la gran mayoría de la gente, de amigos que lo evitarían de ahora en adelante, (no porque su mal fuera contagioso), si no porque a la gente le fastidia tener que lidiar con las incapacidades de los demás.
Entonces decidió cortar por lo sano, esperó a que sea de noche, buscó una soga, y cuando ya era tarde salió con mucho cuidado de no hacer ruido, y pensaba que si lo hacía, todos se iban a dar cuenta menos él, por fin salió al patio, en la noche fría y estrellada, hizo un nudo colgó la soga en un poste que servía de soporte al tendedero de su madre. Luego, jaló con fuerza la soga para ver si lo aguantaba, y una vez hecho esto, procedió a subirse en un banco, acomodarse la soga por el cuello. Y volviendo a llorar al pensar en lo afligidos que iban a estar su madre y el resto de sus familiares, suspiró por última vez, procedió mentalmente a contar hasta tres, pateó el banco, empezó a notar la falta de oxígeno en su cerebro, mientras la cuerda le frotaba y raspaba el cuello. Comenzó a perder la conciencia.
Fue entonces cuando le despertó la voz de su madre:
— ¡Levántate de una vez!, el desayuno ya está servido y todavía tienes que ir a pagar el agua y la luz antes de ir a tu trabajo.






(Este es un cuento que lo escribí inspirado por la novela de José Saramago "Ensayo sobre la ceguera").






Friday, October 05, 2007

Después del PICNIC... todo cambia


Gracia a la tecnología del DVD, por fin pude ver una película que se me había escapado hasta el día de hoy. La película en cuestión es PICNIC, dirigida por Joshua Logan, un director de corta pero brillante trayectoria, cuenta además con la participación de William Holden y Kim Novak en los roles principales.

La historia gira en torno a un hombre sin pasado, (y aparentemente sin futuro), que llega a un pequeño pueblo de Kansas, justo en el feriado del día del Trabajo (ojo: que no es nuestro primero de mayo), buscando a un amigo de la universidad, con el prospecto de obtener un buen empleo, y en el intento empieza a trastornar la vida de los habitantes del pueblo, en particular de las mujeres que entran en contacto con él.

Hal Carter (Holden) es un hombre que está a punto de dejar atrás sus años de juventud y a punto de entrar en la madurez. En realidad el personaje es un vagabundo, sin oficio cuya esperanza radica en el amigo, el que si bien está dispuesto a ayudarlo, sólo le ofrece un puesto como obrero en los silos de grano de propiedad de su padre. Sin quererlo conoce antes a Madge (Novak) la belleza local y novia de su amigo, quien desde un comienzo siente una atracción e interés por el desconocido, que no harán más que incrementarse según transcurre el día, junto al picnic de celebración de todo el pueblo por el antes mencionado feriado. Para bien o para mal la inquietante presencia de Hal, acaba trastornando los pensamientos y sentimientos de todas las personas que entran en contacto con él.

Carter, es un buscavidas que a través de una abundante labia, trata de granjearse la buena atención de la gente del pueblo, y aunque no es esto lo que realmente le granjea la atención de las féminas en especial, sino su físico y una especie de magnetismo animal, que realmente es difícil de ignorar.

Madge, es la hija de una madre soltera (abandonada por su esposo), y que tiene una hermana más joven con quien tiene frecuentes peleas a causa de la belleza de ella y de la inteligencia y falta de gracia de la hermanita. Madge está comprometida con el hijo del rico del pueblo, pero en el fondo no siente amor por él y resiente el hecho de que su madre lo arroje prácticamente a los brazos del joven heredero.

La película nos deja ver un retrato intimista ambientado a mediados de los 50, en un pueblo en el que todos sus habitantes de uno u otro modo han construido “máscaras” o “identidades” para el trato con los demás, y sin embargo vemos poco a poco, como la presencia del extraño sirve de catalizador, para que éstas se vayan resquebrajando primero, y después se rompan totalmente para dejarnos ver a las personas reales que habitan tras esos disfraces.

Así vemos como una maestra recatada y formal, al comienzo, acaba mostrando al final que lo que realmente quiere es matrimonio y sexo con los que ahuyentar su más grande temor que es el de envejecer en soledad. Una hermanita marimacho, que viste con ropa de muchacho, desea muy en el fondo parecerse a su hermana, sin tener que renunciar a su lado intelectual. Una belleza local, cansada de que la hayan puesto en un pedestal, lugar en el que realmente se siente incómoda. Un extraño que lo que en realidad busca es establecerse y formar la familia que nunca tuvo, aunque intuyamos de antemano, que él no tiene lo necesario para lograr sus sueños, tanto en el plano laboral como en el emocional.

Sin embargo, en el picnic, en el que todo estaba arreglado para cambiar la vida de Madge, nombrándola reina de belleza del pueblo, y anunciando al mismo tiempo su compromiso con el heredero, sucede lo inevitable. La joven es atraída irremediablemente hacia el extraño y todo lo cuidadosamente planeado saldrá mal.

Los puntos altos de la película son la ambientación, la escenografía, y el hecho de presentarnos a personajes que ayer al igual que hoy, tienen los mismos conflictos y dudas emocionales, sentimentales y pasionales. No es una película que como muchas de la actualidad se basen en efectos especiales, visuales y sonoros, sino más bien en gente que vive el día a día, con sus miedos, dudas y anhelos. La química entre Holden y Novak es motivo más que suficiente para darle un vistazo a esta joyita del ayer.

La banda sonora es otra delicia, la música es inolvidable y acompaña bien la cinta sin llegar a entrometerse en un primer plano, sino brindando un marco sonoro agradable al desarrollo de la historia. La cinta fue adaptada al cine de una obra teatral de William Inge, y según varios críticos, es una de las mejores adaptaciones que se han realizado.

Para terminar, siempre había querido ver una escena en particular en esta película, en uno de los varios eventos del picnic del pueblo, hay un hombre ofreciendo un discurso aburrido, y luego hay un corte a un primer plano de un bebé haciendo globitos con su saliva, en lo que viene a ser una especie de abucheo visual. Leí por ahí, que el director se ufanaba ante sus pares de esa escena que no dura ni tres segundos, porque no sabían cómo lo había hecho. El secreto contado por Logan, era que lograr filmar al bebé había sido toda una hazaña de paciencia, ya que si bien la criatura se deleitaba haciendo burbujas con su saliva, en cuanto rodaban las cámaras con el acompañamiento de luces y despliegue de técnicos, el bebé dejaba de hacerlo, para dedicarse a mirar a un desesperado director que por enésima vez gritaba… CORTE!







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