Saturday, January 16, 2010

Dos partidas que me duelen


El 2010, comienza para mí con dos tragedias que me afectan, primero la muerte del gran Sandro de América, nombre que le negaron las autoridades de registro civil argentino, pero nombre con el que Roberto Sánchez se hizo inmortal.

Muy poco es lo que puedo añadir a lo que ya innumerables sitios se ha dicho. El fue uno de los máximos referentes de la música desde los tempranos 60. Mucho tiempo pasaría para que yo entendiera muy bien el por qué un cantante que se hizo notar desde el comienzo. Poco a poco su música y sus canciones se hicieron parte del soundtrack de mi vida, ya que era imposible escapar de su influencia a través de los gustos de mis primos mayores, y también del de mis tías, y mi mamá también...

Hay muchas y muchas canciones que son mis favoritas, y siempre me sorprende cuando logro escuchar algo de él que no había oído antes... Pero si tuviera que escoger mi favorita sería la canción Rosa Rosa, que es una de las primeras que me aprendí de memoria de él. Sandro decía en una canción que no quería que le lloren cuando se vaya a la eternidad, pero eso es casi imposible de hacer, eso sí, como consuelo nos deja el legado de su música. ¡Paz en tu tumba querido Sandro!




La segunda, fue enterarme del deceso de mi amigo Saúl Maldonado Pérez, (de corbata roja en las fotos) quien en vida fuera un gran impulsor de la difusión de la música boliviana en general, y de la folklórica en particular, en especial a través de su programa "Concierto Boliviano" que a fines del año pasado acababa de cumplir 25 años de infatigable labor.

Casi todos los que lo conocieron, coinciden en que él fue un gran impulsor de la difusión de la música boliviana a través de las ondas radiales de la por entonces novedosa banda de FM, lugar antes solo habitado por la música "culta" (y no, no tengo nada personal contra Beethoven, Bach y compañía), así como por la música de afuera en español e inglés. El fue el primero en obligarnos a vernos en el espejo para (re)descubrir nuestra identidad como país.

Yo solía oírlo precisamente en Radio Fides, casi siempre de camino al trabajo, en un espacio en el que me hizo gustar y notar las diferentes agrupaciones folklóricas, los diferentes ritmos de nuestra música, y siempre además con un mensaje de integración interregional, en un país en el que a veces esas diferencias se sienten a veces insalvables e irreconciliables. Tuve el privilegio de conocerlo en persona, y no solo eso, sino de trabajar (aunque fue solo por unas semanas) junto a él, y conocer que en persona era aún mas amable y gentil con todos.

Su trabajo fue incansable y no se circunscribió solo a la radio, ya que me consta que trabajó también promoviendo la integración nacional a través de distintos festivales que el organizó o realzó con su presencia a lo largo y ancho del territorio nacional.

Su muerte deja pues, un gran y hondo vacío en las vidas de todos aquellos que en algún momento de su vida fueron tocados por su don de gentes, su amabilidad y su pasión por la música folklórica boliviana, y al igual que en el anterior caso, no puedo dejar de derramar unas lágrimas, porque siento que hemos perdido a una persona de real valía, y por sobre todo a una de las pocas que en esta vida he llamado AMIGO. ¡Paz en tu tumba querido Saúl!



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3 comments:

Vania B. said...

Qué pena que las personas irremplazables también tengan que morir. Dos grandes ausencias,sin duda. Un abrazo, querido G.

Gevalher said...

Muchas gracias Vania por la pena y sentimientos compartidos... Eso sumado a una tragedia personal, de la que no quiero hablar por el momento, me tienen como se dice vulgarmente muy bajoneado... es pues, una gran pena cuando justo aquellos de quienes una ayuda, o comprensión (por ser familia) sean los que te la nieguen...

CUCHITA said...

Que pena realmente

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