Sunday, July 22, 2007

¿Por qué me gustan Los Simpsons?


En el periódico donde trabajo, un periodista publicó una nota a propósito de Los Simpsons y su inminente arribo a la pantalla grande.

Quiero aprovechar la ocasión entonces para expresar mi admiración por la familia más famosa de Springfield.

Ellos nacieron allá en los -ahora- lejanos ochentas, como un corto en el Show de Tracy Ullman, y ya entonces (aunque los dibujos eran bastante crudos), se ganaron un espacio en el imaginario de los televidentes. Obviamente, cuando obtuvieron su propia serie, fueron un éxito instantáneo y aunque algunos agoreros dijeron que serían solamente una moda pasajera, su longevidad no ha hecho otra cosa que ponerlos firmemente en el imaginario popular, no solo de Estados Unidos, sino del mundo.

¿Que por qué me gustan?... Las razones son tantas, principalmente porque me hacen reír, presentan en el show situaciones y problemas de la vida real, pero que en la serie son llevadas a extremos casi inverosímiles y ridículos, y sí, nos damos cuenta que en la realidad a veces nosotros también hacemos diluvios en un vaso de agua.

Ni que decir, que se han integrado tanto con la cultura pop, que no hay celebridad que se precie de ello, que no haya aparecido ya, esté por aparecer, o se muera por aparecer en el show ya sea interpretándose a sí mismos o a algún personaje disparatado creado para ellos.

Si a eso se suma la cantidad de homenajes y/o parodias y/o sátiras de célebres y otras no tanto películas, que yo como buen cinéfilo no dejo de apreciar, entonces estoy ante algo que es realmente toda una delicia para mi.

Momentos inolvidables hay muchos, como no recordar el momento en que Bart vendió su alma, o cuando Lisa hizo trampa, o cuando Marge tuvo una crisis al estilo de Thelma y Louise, o las muchas veces en que Homero se golpeó la cabeza repetidas veces.

Para redondear los rodea una pléyade de personajes secundarios, estereotipos la mayor parte, representantes de las diferentes clases de personas que encontramos en una ciudad. Ah, no hay que olvidar que solo unos cuantos están poco desarrollados, ya que la mayoría cuenta con una personalidad definida, y con una historia a cuestas, lo que les confiere un interés mayor que el que cualquiera pueda darles: Barney el borrachín a quien Homero envició en los día de universitario; El señor Burns, un viejo avaro y rico dueño de la planta nuclear de Springfield, y amo de Homero, Patty y Selma, las hermanas mayores de Marge, adictas a los cigarrillos Laramie, odiadoras de Homero y solteras sin remedio. Y así la lista suma y sigue.

Y cada vez que pienso que ya se agotaron las ideas para presentarnos a estos personajes en nuevas situaciones, los creadores nos sorprenden con otras nuevas vetas, con las que nos entretienen. Y ojalá siga esto por muchos años más.

¡Larga vida a Los Simpsons!






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